Editorial | Austral |
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Colección | Clásica |
Fecha de Edición | 17/1/2017 |
Encuadernación | Rústica |
Medidas | 125×190 mm |
Páginas | 352 |
Stock | Disponible para envío |
COMENTARIOS DE LA GUERRA DE LAS GALIAS
JULIO CÉSAR
La transición de la República al Imperio Romano tuvo como principal protagonista a Julio César (100-44 a.C.). Excepcionalmente dotado como estratega, político, orador y prosista, su carrera política y militar lo llevaría, tras dirigir la victoriosa campaña de las Galias y derrotar a Pompeyo en la guerra civil (49-46), a imponerse sobre las debilitadas instituciones republicanas y a hacerse con el control absoluto del poder, desde el que se propuso acometer reformas que posibilitasen mantener la creciente influencia de Roma sobre el Mediterráneo. El complot que terminó con su vida dos años después le impidió ver realizados sus proyectos; sin embargo, aquel a quien había designado como su sucesor, Octavio Augusto, acabaría por convertirse en el primer emperador romano.
Julio César describe, con un estilo sorprendente, de prosa clara, incisiva y fluida, las campañas que realizó en las Galias desde el año 58 a.C. hasta el 52 a.C., y supone un fidedigno testimonio histórico de una época fundamental para la historia de Occidente. Posiblemente, a lo largo de la historia de la humanidad, no se encuentre otra figura que haya atraído tanto la atención de los historiadores como Cayo Julio César. Su extraordinaria y fascinante personalidad como hombre y su envergadura y genio como militar y político lo justifican plenamente. César luchó por imponer el dominio universal de Roma con un mando único, fuerte e indiscutible, y marcó una línea irreversible hacia una estructura política de signo monárquico, pero con unas instituciones de corte democrático. Su asesinato en los idus de marzo le impidió consumar o más bien, consolidar su objetivo, pero le dejó el camino prácticamente andado a su heredero Cayo Augusto. Prueba evidente del reconocimiento y admiración que despertó entre sus contemporáneos fue que todos sus sucesores en el mando supremo de Roma ostentaron el título de «César».